Revolviendo
entre mis fotos he encontrado un viaje mágico a París y me he puesto
nostálgica. Porque sí, París es siempre una buena idea, pero sobretodo en
Navidad. Echo de menos pasear por los campos Elíseos, las calles llenas de luces,
música y de gente que ríe contenta. Ese ambiente. Echo de menos montarme en el
Bateau Mouche, que el Sena me balancee, el aire me acaricie la cara y me llene de tranquilidad. Echo de menos perderme
entre sus callejuelas, subir al Sacre Coeur y admirar a todos los artistas que
se concentran allí. Quiero volver a subir a la torre Eiffel y ver atardecer.
Comer un crêpe du chocolat.
Está vez pondré un candado en el puente de las Artes y me
aseguraré de que no se suelte nunca, quizá ese fue el error.
Buzz Lightyear y Nemo nos esperarán en Disney, volveremos a
perdernos en el laberinto de Alicia en el país de las maravillas y el hotel del
terror ya no será tan terrorífico. Cuando caiga la noche por arte de magia empezará
a nevar mientras suena un villancico. Y durante esos instantes seremos los más felices del mundo.
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